TUEQMX: VOLUNTARIADO QUE CAMBIA LA VIDA
por Xavier Ginebra Serrabou
Pocas buenas noticias llegan a nuestros oídos a últimas fechas, como la iniciativa de Maite Ibarra, Tueqmx, que en pocos meses ha movilizado decenas de voluntades en pro de la gente necesitada en México.
¿Por qué son importantes iniciativas como éstas? En primer lugar, porque en nuestra época, en la que todo está en función del mercado, hay muchas cosas que éste no resuelve: hacen falta muchas manos, ojos y rostros, para llegar a donde éste no llega. La gente sin capacidad económica no tiene voz para el mercado; en éste sólo el dinero mueve. Pero, ¿qué hacer en tantos sectores, tantos ámbitos de la vida, en dónde hay que rescatar caras, iniciativas y necesidades que el mercado no descubre? Es aquí donde es necesario resaltar al tercer sector, para humanizar a nuestras sociedades.
Decía Peter Drucker que frente a la sociedad industrializada, y en la que la familia parecía perder su papel, la única salida eran el voluntariado, las ONG, lo que él denominaba el tercer sector. Esto era lo que salvaba a Estados Unidos. Y es lo que puede salvar a México.
México es una país sumamente desigual: el 1% superior acumula más que el 50% inferior; tenemos más fortunas entre los ricos de la revista Forbes, que muchos otros países de nuestra talla, como Brasil; nuestra sociedad civil está dormida; los derechos humanos se vulneran por doquier: por algo nuestros gobernantes nos manejan a su antojo.
Ante panoramas como éste, hacen falta iniciativas que movilicen a la gente; que saquen a nuestros jóvenes de la abulia y desinterés generalizados, en especial a la clase media; es necesario devolver el rostro a México.
Por ello, iniciativas como Trueqmx constituyen oxígeno para los pulmones mexicanos, aunque no salgan en primera plana en los periódicos, que monopolizan la violencia y el narcotráfico.
Comenzó como una idea para lograr el intercambio de cosas en lugar del dinero, para después ampliarse, a la medida del corazón de su fundadora, a conseguir cualquier cosa útil en especie, para distribuirla a quienes lo necesitan: ancianos, discapacitados, personas con capacidades diferentes. En pocos meses ha reunido decenas de jóvenes, y muchos donativos: nunca suficientes, para escuchar al otro México, el que no tiene dinero para escaparates.
Enhorabuena a Maite Ibarra, su corazón y fundadora; a esos jóvenes, que prestan unas horas para recibir más que lo que entregan, y a los de corazón generoso, que facilitan los donativos en especie, que hacen posible una aventura tan empeñosa. Ojalá Trueqmx sea la punta de lanza de otras iniciativas similares, que despierten la generosidad de tantas mexicanas y mexicanos, en pro de aquellos a quienes el mercado no escucha.
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